Los Milagros De La Naturaleza

La naturaleza nunca deja de sorprendernos. Hace un par de meses, nuestro compañero Xune traía a clase, tras liberar al pequeño sapo, una larva de libélula.

Este insecto llevó vida anfibia durante más de un año. Su voraz apetito se saciaba gracias a unas mandíbulas grandes y eficaces que no dejaban escapar las presas que se le acercaban mientras acechaba inmóvil camuflada entre hojas o ramas sucias bajo el agua.

A lo largo de estos meses nosotros la alimentamos, le renovamos el agua y le dimos un hogar lo más parecido al del riachuelo del que proviene. Pusimos un palito saliendo de su casa, con la esperanza de que algún día quisiera salir de la pecerita para dejar de ser una larva…y ese día llegó.

Sucedió el pasado miércoles. Notamos que no estaba en su lugar habitual…de repente, a unos 3 metros de la pecera, ya en el suelo de la clase, apareció su exoesqueleto. Pocos centímetros más allá estaba un, todavía adormecido, ejemplar de gomphus pulchelus.

La entrada a la clase fue alborotada ese día, después de pasar muchas jornadas junto a esa larva feúcha que no teníamos claro si llegaría a metamorfosear antes del verano, pudimos comprobar que la naturaleza es imparable. La llamada de la primavera despertó el instinto voraz de nuestra amiga que debe seguir su camino. Vivirá unas semanas en forma de hermoso helicóptero amarillo y negro, para después buscar una pareja y depositar los huevos sobre el agua de algún riachuelo o estanque…y finalmente una nueva larva de libélula seguirá el ciclo de la vida.

Fijaos en las imágenes. ¿Verdad que parece increíble que la libélula haya podido estar encerrada en ese cuerpo de larva?